Son sustancias utilizadas para fijar el tinte al tejido de modo permanente. Mejoran la absorción del tinte y aumentan la resistencia del color a la luz y a los sucesivos lavados.
Se utilizan también otro tipo de mordientes que se llaman asistentes: refuerzan el efecto del mordiente principal o actúan como modificadores de color.
ALUMBRE: es un sulfato alumínico potásico soluble en agua. No es
tóxico. Da muy buenos resultados como mordiente previo,
aunque se puede utilizar simultáneamente con el tinte.
SULFATO DE COBRE: fija y mejora los colores verdes. Es tóxico por inhalación y en contacto con la piel, pero utilizándolo en un lugar bien ventilado con guantes de goma y un poco de precaución no tiene mayor problema. Además se necesita muy poca cantidad.
SULFATO DE HIERRO: no es tan pernicioso como el anterior pero se deben tomar las mismas precauciones. Es un excelente modificador de color. Se obtienen colores muy sólidos pero en tonos más grisáceos que con el cobre.
CREMOR TÁRTARO: no es tóxico. Es un polvo blanco que se obtiene de los barriles donde fermenta el el vino.
ÁCIDO ACÉTICO: vinagre. Fija los colores y los deja brillantes. Viene
bien para rosas y rojos.
AMONÍACO: gas compuesto por Nitrógeno e Hidrógeno. Se forma con la putrefacción de las materias orgánicas. Sirve para extraer el color de ciertas plantas (líquenes, hojas, raíces…) dejándolas en maceración con 2/3 de agua.
Existen otros mordientes que, por su toxicidad y la dificultad para conseguirlos sólo los voy a nombrar: cloruro de Fe y de Estaño, Ácido oxálico, Ácidos nítrico y sulfúrico, Hidrosulfito de Sodio…
El almacenamiento de los productos mordientes ha de ser cuidadoso. Importante mantenerlos fuera del alcance de los niños, guardarlos en recipientes herméticos y opacos, en lugares secos y sin calefacción.
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