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jueves, 30 de diciembre de 2010

Síndrome de Diógenes

Una vez al año o cada dos años, aparece esa cajita a la que no hacemos caso pero nunca se pierde.
La caja dichosa en la que se guardan toda clase de objetos cuyo precio se define como "con mucho valor sentimental". Lo interesante no es sólo por qué nos empeñamos en darles a esos objetos tantas oportunidades, año tras año... cada vez que les da la luz (inexplicable). Lo curioso es cómo mezclamos cosas tan diversas... un bonobús con dos viajes sin usar, un pendiente sin pareja, unos sellos que se resisten a viajar a su álbum (como si pesaran 10kg) unos fósiles de trilobites que se aferran a la caja como si estuvieran vivos...un as de picas (¿y el resto de la baraja?) no lo puedes tirar porque lo usaste la última vez que jugaste al póquer con aquel chico...que se llamaba... Una cámara de fotos de las de carrete, sin pilas, un colgante muy cutre que te regaló alguien que te caía mal ¿? La mitad de la colección de posavasos, una minúscula cajita con abalorios, un billete de Portugal, dos monedas de 100 pesetas, unos dados del parchís, las notas de 7º de E.G.B., un cono de incienso, dos imperdibles, medio llavero..

Con un poco de suerte para el orden individual, cada vez que se abre la caja conseguimos tirar una o dos cosas. Ha costado años tirarlas y por fin encontramos una razón para hacerlo. Al fin y al cabo, 30 cm cúbicos no ocupan tanto, pero hace falta hueco para nuevos recuerdos y experiencias. El desapego material es importante, ayuda a valorar más lo importante: las personas.
A pequeña escala, lo de acumular cosas con poco sentido viene a ser algo así.

Lo malo es cuando se dispone de un desván o un trastero. Ahí si que cuesta. Desprenderse de algo que ocupa mucho volumen es otro cantar. Es como cuando le dices a un niño qué prefiere, ¿una moneda de 1€ o diez monedas de 10cts?. Los niños rara vez eligen la moneda de 1. Y es que la cantidad y el volumen de lo material es importante, a un nivel muy básico. Así que, cuando guardamos cosas
como para hacer un mercadillo, puede que tengamos un "quiste" infantil rondando que no se quiere ir.
No pasa nada: todos tenemos cajitas y desvanes. Sólo hay que encontrar un límite con buen criterio. El tope no debería estar relacionado con el espacio disponible sino con la certeza de la validez de lo que se guarda.

1 comentario:

  1. Me encantan los desvanes llenos de cosas casi olvidadas, de tesoros grandesmedianos y sorpresas pequeñas que abren una ventanina en el tiempo.
    Me gusta tu blog!! Un fuerte abrazo, o sea.

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